sábado, 8 de marzo de 2014

Retrospectiva de LRdT (8) – B Sanderson

Amigos, ya tenéis aquí la octava y última entrega de la retrospectiva de Brandon. En este comentario final se centra en La Torre Negra y habla sobre Pevara y Androl, Rand y Logain. Una vez más, Brandon avisa que hay spoilers de toda la serie, incluido, por supuesto, el libro final. Aun sabiendo que estaréis al tanto a estas alturas, repito una vez más: los que no hayáis acabado los libros, no leáis ninguno de los artículos encuadrados en el tema de la retrospectiva si no queréis llevaros una sorpresa por adelantado. Como siempre, el texto mio lo pongo en otro color para distinguirlo de lo que es la traducción de la retrospectiva.

Retrospectiva – La Rueda del Tiempo: La Torre Negra

01 de noviembre 2013

Podéis ver una explicación de mi retrospectiva de La Rueda del Tiempo en el enlace a las entradas previas sobre este tema. Aquí tenéis la octava entrega. Antes de empezar, he de mencionar que en ésta hay spoilers de toda la serie, incluido el final. Si no habéis terminado, será mejor que lo hagáis antes de leer este artículo.

Robert Jordan no me dejó muchas indicaciones respecto a la Torre Negra. Había unas cuantas observaciones que conocíamos, pero en un montón de sitios tuve que dejar que me guiara el instinto respecto a puntos de la trama que él había desarrollado en los últimos libros. Por suerte, sí dejó un montón de instrucciones muy claras respecto a Taim, incluida su historia, y asimismo para la escena en la que Taim es investido como uno de los Renegados.

Androl y Pevara

Trabajando en el hilo de la Torre Negra, caí en la cuenta enseguida de que quería contar con el punto de vista de un personaje nuevo. Una de las razones era que no teníamos a nadie que nos mostrara realmente la vida cotidiana de los miembros de la Torre Negra. Parecía que hubiera un agujero en el mosaico de los puntos de vista de la serie. Además, en cada libro de La Rueda del Tiempo —casi sin excepción— se había introducido un nuevo punto de vista de un personaje o se había añadido mucha profundidad a un personaje al que hasta ese momento sólo se le había dado un uso mínimo. Puesto que nos acercábamos al final de la serie, no quería abusar de eso. No obstante, deseaba agregar al menos un personaje a lo largo de los tres libros que estaba escribiendo.

Planteé al Equipo Jordan la sugerencia de que podía cumplir ambos propósitos utilizando a alguno de los soldados rasos, alguien que no fuera un Asha’man de pleno derecho, sino más bien alguien que apenas hubiera aparecido en la serie. Me propusieron a Androl. En las notas no había ninguna referencia sobre él y, aunque había intervenido alguna vez, hasta ese momento no había destacado en la trama. Parecía el personaje perfecto en el que trabajar.

Se hilaron unas cuantas cosas más en esa serie de escenas. Una fue mi deseo de expandir el uso de los accesos en La Rueda del Tiempo. Durante años, siendo un aspirante a escritor, había imaginado cómo utilizaría los accesos si escribiera un libro en el que existieran. Llegué incluso a incluir un sistema mágico en la saga «La guerra de las tormentas» basado en una mecánica de teletransporte similar. Poder trabajar en La Rueda del Tiempo resultó ser emocionante por muchas razones, pero una de las principales fue que me permitió jugar con uno de mis sistemas de magia favoritos y darle un empujoncito hacia direcciones nuevas. Ya he dicho que no quería crear muchos tejidos nuevos, y sí, en cambio, encontrar nuevas formas de usar tejidos ya establecidos. También me gustaba la idea de ampliar el sistema para gente que poseía un Talento específico en ciertos aspectos del Poder Único.

Androl se convirtió en mi experto en accesos. Otro detalle crucial en el desarrollo del personaje me llegó a través de Harriet, que me envió un largo artículo sobre un talabartero que había encontrado en las anotaciones del señor Jordan. Me dijo: «Planeaba utilizar esto en alguna parte, pero no sabemos dónde.»

Una última pieza para este hilo narrativo surgió mientras releía la serie, cuando me dio la impresión de que, a veces, se notaba que el fandom le tenía mucha manía al Ajah Rojo. Sí, es cierto que en los libros las Rojas tuvieron serios problemas con el liderazgo de su Ajah, pero su propósito era noble. Creo que muchos lectores querían que al Rojo se lo enfocara en La Rueda como el equivalente de Slytherin, esa casa de malas artes con variantes de malicia en todos y cada uno de sus miembros. El propio Robert Jordan procuró contrarrestar esa propensión al dar mucha profundidad al Ajah con la introducción de Pevara. Yo llevaba mucho tiempo considerándola uno de mis personajes secundarios preferidos, y quería que tuviera protagonismo en los últimos libros. Crear una relación entre ella y Androl me pareció muy natural, ya que además de permitirme explorar el proceso de la vinculación también me dio la posibilidad de desarrollar una pequeña historia romántica en los últimos tres libros, algo que asimismo ha estado presente en casi todos los libros de La Rueda del Tiempo. El modo en que provoqué la creación del vínculo Androl-Pevara tuvo también algo de exploración y experimentación. Aunque esto se sugería en lo que Robert Jordan había escrito, tuve cierta libertad a la hora de adaptarlo. Pensé que hacerlo equiparable al vínculo del lobo tenía sentido, con (por supuesto) sus propias peculiaridades.

No obstante, encontrar el lugar en los libros donde situar las escenas de Pevara-Androl no resultó tarea fácil. Torres de Medianoche fue el libro en el que tuvimos los mayores problemas temporales. Era la novela en la que yo planeaba meter gran parte de las escenas de la Torre Negra, aunque al final no fue posible, en parte porque no disponíamos de tiempo suficiente para que pudiera escribirlo. Así pues, aunque terminé algunos capítulos para ponerlos en ese volumen, el meollo de las escenas se pospuso para que apareciera en Un Recuerdo de Luz, siempre y cuando tuviera tiempo para hacerlo.

Y lo tuve; en parte debido al recorte de las escenas de Perrin. Quitar esas diecisiete mil palabras rompió el ritmo del último libro. Era preciso desarrollar un hilo argumental con una mayor carga de tensión específica a fin de equilibrar las escenas más generalizadas de la primera parte del libro, donde los personajes hacen planes, intrigan y discuten. Conseguí ampliar la trama Androl-Pevara para que encajara y llenara ese vacío, y para ofrecer un montón de cosas que realmente quería que estuvieran en los libros.

Rand y Logain

Tomé algunas decisiones interesantes para las escenas de la Torre Negra. La primera fue no involucrar a Rand. Aunque habría proporcionado un bonito equilibrio narrativo el hecho de que Rand acudiera a salvar a los Asha’man, en contrapartida a que ellos lo salvaran en el sexto* libro, pensé que la personalidad de Rand (la que vimos en otros libros anteriores) lo habría inducido a no meterse en la trampa potencial que era la Torre Negra. Su razonamiento sobre no poder arriesgarse a un enfrentamiento, tenía sentido. Androl y su grupo debían afrontar sus problemas sin ayuda, a excepción de la de una Aes Sedai, otra cosa que me pareció que era importante en lo temático.

*En nuestro idioma, el duodécimo de la edición nueva: Los Asha’man

Quizá la decisión más controvertida que tomé con estas escenas (en lo que respecta al Equipo Jordan) fue hacer que la personalidad de Logain se tornara más sombría. A raíz de la larguísima tortura a que lo someten, pensé que Logain saldría de la experiencia como una persona diferente, si bien siempre había sido, en cierto modo, algo torvo. Algunos miembros del Equipo Jordan pensaban que eso ya había quedado atrás, pero yo discrepaba. Logain era un falso Dragón al que habían amansado y Sanado, el cabecilla de un grupo de hombres que se estaban volviendo locos y que debían lealtad a Rand, aunque sólo habían interactuado con él en contadas ocasiones. Tenía tanto que ofrecer este hombre que podríamos haber escrito toda una serie sobre él.

Yo deseaba que luchara con todo eso, la vida que llevó desde su captura al principio, cuando parecía que sería un títere que manejarían de aquí para allí. Tenía que decidir por sí mismo qué clase de Torre Negra iba a dirigir, si es que iba a alcanzar gloria y honor tal como había sido pronosticado. (Y no, eso aún no ha ocurrido al final de la serie.) Logain, que yo sepa, no renunció al poder ni una sola vez en la serie; siempre se lo arrebataron de las manos. En esta ocasión, tuvo la opción de elegir.

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Con esto acabamos las entregas de la retrospectiva. Espero que os haya gustado la tanda de entradas y que lo que se cuenta en ellas os haya parecido interesante o curioso.

Un saludo a todos.

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