No fue un sueño, lo vi: La nieve ardía.
La fotografía corresponde a la cabecera de la página que La Biblioteca de autor le tiene dedicada, ubicada en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Pongo en enlace, porque ahí encontraréis una amplia selección de su poesía. Ángel González
Aquello.
No eso.
Ni
—mucho menos— esto.
Aquello.
Lo que está en el umbralde mi fortuna.
Nunca llamado, nunca
esperado siquiera;
sólo presencia que no ocupa espacio,
sombra o luz fiel al borde de mí mismo
que ni el viento arrebata, ni la lluvia disuelve,
ni el sol marchita, ni la noche apaga.
que me ataba a la vida dulcemente.
Aquello
que quizá hubiese sido
posible,
que sería posible todavía
hoy o mañana si no fuese
un sueño.
---
Quise
Quise mirar el mundo con tus ojos
iluminados, nuevos,
verdes en su fondo
como la primavera.
Entré en tu cuerpo lleno de esperanza
para admirar tanto prodigio desde
el claro mirador de tus pupilas.
Y fuiste tú la que acabaste viendo
el fracaso del mundo con las mías---
Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento...
El título de la entrada es uno de sus poemas: Crepúsculo, Albuquerque, invierno
Etiquetas: Noticias
1 Comments:
Dama eterna que acunas mi llanto,
reina de mis sueños que rondas mi alma,
dame el consuelo de tus besos,
dame el consuelo en mi corazón herido.
Busco en ésta oscuridad una luz
que me muestre el camino, hacia tí,
para yacer contigo.
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