domingo, 12 de enero de 2014

Retrospectiva de LRdT (3) – B Sanderson

Por fin cuelgo la tercera entrega de esta retrospectiva. He conseguido sacarla hoy porque no me había dado cuenta de que no tenía separada la tercera de la cuarta, y por eso me parecía larguísima. De todos modos, es extensa. Seguimos, pues, con la retrospectiva de Brandon. Esta entrada trata sobre el proceso de redacción de La tormenta. Insistiré de nuevo en que quienes no hayáis leído toda la serie, incluido el último libro, si queréis evitar spoilers será mejor que no leáis lo que viene a continuación.

Retrospectiva – La Rueda del Tiempo: La tormenta: Proceso de redacción.

15 de octubre 2013

La explicación de mi retrospectiva de La Rueda del Tiempo la tenéis al principio de mi primera entrada, que trataba sobre los apuntes, y mi segunda entrada respecto al proceso. Aquí tenéis la tercera.

La tormenta: El proceso de redacción

Me metí en serio con el proyecto en el verano y el otoño de 2008. Enseguida me percaté de que eran muchas las cosas que habría de tener en cuenta si escribía de forma rigurosamente cronológica, como por lo general solía hacer antes. Para este proyecto, tenía que coger grupos de personajes, memorizar toda la información que hubiera sobre ellos (como si cargara un programa en memoria RAM) y dedicarme a escribir durante semanas sobre ese grupo de forma exclusiva. De ese modo, podría seguir la pista a las «voces»(*) de los numerosos personajes y continuar con las abundantes sub-tramas.

(*) Se refiere a la técnica de redactar cada capítulo o partes de capítulos según el punto de vista de un personaje.

Lo más difícil de este proyecto, creo, fue seguir la pista a las sub-tramas y las voces. Lo cual no es de extrañar; aunque había leído La Rueda del Tiempo muchas veces, no era un superfan. Me gustaba la serie, pero no me contaba entre la gente que creaba sitios, wikis y cosas por el estilo para La Rueda del Tiempo. Leí los libros para estudiar la técnica de escritura y para disfrutar con la historia; no dedicaba mucho tiempo en seguir la pista de qué Aes Sedai secundaria era cuál.

Pero ya no podía seguir siendo poco riguroso respecto a eso; tenía que conocer a todos y cada uno de los personajes. Parte de la genialidad de Robert Jordan radicaba en la personalidad individual de todos esos personajes secundarios. De modo que empecé a partir en secciones el último libro (que por entonces aún era una novela única en mi mente). Lo dividí en cinco partes. Cuatro de ellas —una para Rand, una para Egwene, una para Mat y una para Perrin— serían las que impulsarían esas cuatro tramas principales hacia el final. Y transcurrirían, más o menos, de forma simultánea. Así pues, la quinta parte —la inmediatamente anterior a la Última Batalla y también la propia batalla— sería la quinta sección.

Para mí fue evidente desde los primeros esbozos del proyecto que iba a escribir un libro enorme. Era muy consciente de lo que Robert Jordan había dicho sobre el último volumen; podéis encontrar citas en Internet en las que prometía que sería tan extenso que los aficionados iban a necesitar una carretilla para llevárselo de las librerías. (*) Me tomé eso muy en serio, pero sabía que eran pocas las posibilidades de que Tor me permitiera escribir un volumen tan grande sin dividirlo.

(*) En Los Espejos de la Rueda hay una entrada sobre un artículo publicado por la revista Forbes de una entrevista a RJ, donde se lee, entre muchas otras cosas:

“Los admiradores están esperando pacientemente el libro número 12, A Memory Of Light, que Jordan prometió sería el último, incluso si llega a alcanzar las 2.000 páginas. "He dicho a la gente que podrían necesitar una carretilla elevadora para sacarlo por la puerta", decía Jordan, hablando por teléfono desde su casa en Carolina del Sur.”

De hecho, a finales de 2008 a Tor le llegó la noticia de que yo había hablado a Harriet de un libro de dos mil páginas. Creo que fue en enero 2009 cuando Harriet me llamó para indicarme que dividiera el libro. Estaba preparado para esa petición. Lo primero que le dije fue: «Todavía sigo viendo este libro como un único tomo, y me gustaría intentar que se imprimiera en un volumen si hay alguna posibilidad.» Ella le transmitió mis razonamientos a Tor, y sostuvo una larga conversación con Tom Doherty. Cuando habló de nuevo conmigo, dijo que la editorial aconsejaba firmemente hacer una partición.

Todavía no estoy seguro de lo que habría ocurrido si Robert Jordan hubiera intentado no dividirlo. Quizás Harriet lo habría persuadido de que las realidades de la edición hacían imposible imprimir un libro tan extenso. Sea como fuere, creía haber planteado un razonamiento todo lo contundente que estaba a mi alcance; y comprendí, a pesar de mi deseo de ver el libro como un único volumen, tal como Robert Jordan lo había concebido, que habría que descartar partes muy importantes de la trama o tendría que acceder a dividir la novela.

Opino que tomamos la decisión correcta. Tres libros me daban la oportunidad de profundizar realmente en el proyecto, no como una obra aislada, sino como un proceso. Cortar tramas principales habría convertido el último libro en una intentona precipitada que me exigiría pasar por alto varios hilos importantes. Sin embargo, la partición del borrador creó algunos problemas sobre los que hablaré en la entrada referente a Torres de Medianoche.

Cuando Harriet me pidió que dividiera el libro, me consultó si había en el argumento un punto natural de un antes y un después. Le dije que partirlo en dos no funcionaría, pero que quizás en tres sí. Yo no tenía la impresión de que Un Recuerdo de Luz funcionara como dos volúmenes. Mirando mi borrador y lo que tenía que conseguir, dividirlo en dos libros significaría o tener uno muy largo y otro de tamaño normal, o dos divididos equitativamente. Ambas opciones habrían sido engorrosas. La primera porque hacer un libro de La Rueda del Tiempo de doble tamaño habría planteado los mismos problemas que imprimir la novela original de dos mil páginas. En términos de edición, mil quinientas páginas no son una opción mejor. Con mil, como algunos de los libros de La Rueda, ya fuerza esos límites.

La segunda opción —dos libros de mil páginas cada uno— era incluso un problema mayor. Si cortábamos por la mitad, tendríamos la primera media parte de las cuatro tramas principales a las que hacía referencia al principio, pero sin que ninguna de ellas tuviera su momento culminante. Escribir una novela como un libro que sea una mera preparación y que la mayoría de los desenlaces tengan lugar en el siguiente, era un experimento que Robert Jordan ya había probado y había hablado de los problemas que presentaba.

Por el contrario, yo tenía la impresión de que dividir el libro en tres volúmenes nos permitiría concluir tramas en cada uno de ellos. De hecho, serían dos en La tormenta y dos en Torres de Medianoche, que conducirían a la apoteosis final de Un Recuerdo de Luz. Así que me puse a separar los hilos argumentales y decidí qué iría dónde.

Para empezar, sabía que los aficionados verían con escepticismo que yo me hiciera cargo del proyecto, y sabía que su escepticismo sería mayor cuando anunciara la división en tres volúmenes. Lo cual significaba que yo quería sacar las tramas más dinámicas en el primero. (Tenía la certeza de que el final generaría su propio libro, y nunca temí que no fuera lo suficientemente dinámico.) Además, quería separar las cuatro partes —Rand, Egwene, Mat, Perrin— de forma que al menos tuviéramos en cada libro una en la que Robert Jordan hubiera trabajado bastante. Había mucho menos material acabado sobre Rand y Perrin que sobre Mat y Egwene. Por lo tanto, tendría que ser Rand-Egwene o Perrin-Mat para el primer libro.

Enseguida fue evidente que tenía que empezar con Rand-Egwene. Ambos eran reflejos opuestos en cosas muy interesantes, por ejemplo la narrativa descendente de Rand y la narrativa ascendente de Egwene. Mientras que Rand era introspectivo, el arco argumental de Egwene rebosaba acción, y viceversa. Aunque de los cuatro hilos narrativos de personajes mi preferido era el de Perrin, notaba que el suyo requería mucho desarrollo y menos argumento directo a medida que nos acercábamos al clímax de su parte. También decidí que las distintas tramas funcionarían bien reservando para el segundo libro parte de lo que Rand y Egwene estaban haciendo, pero no me fue tan fácil conseguir lo mismo en el caso de Perrin-Mat.

En mi mente se estaba creando un libro. El poder absoluto de Rand conduciéndolo hacia la destrucción, y la específica falta de poder de Egwene elevándola hacia la reconstrucción de la Torre Blanca. Necesitábamos una parte de Mat —no quería que no apareciera en el libro— así que Hinderstap fue una creación mía que desarrollé después de que Harriet me pidiera que fuera «más inquietante y espeluznante» con relación a las burbujas malignas que aparecían en el libro.

Egwene

Fue absolutamente delicioso trabajar en el arco argumental de Egwene. De todas las cosas que Robert Jordan había estado creando para este último libro antes de morir (incluido el último capítulo), creo que ésta era la que estaba conformada con más plenitud. El ascenso de Egwene y el ataque de los seanchan estaban en perfecta consonancia con el estilo clásico de La Rueda del Tiempo, y fui participe de ello de una manera especial trabajando con sus apuntes e instrucciones para elaborar las líneas argumentales exactamente como sentía que él las había imaginado.

Un cambio importante que hice fue dividir en dos escenas distintas la parte de la cena de Egwene y Elaida, en lugar de hacer sólo una. Estaba convencido de que ese ritmo de la acción funcionaría mucho mejor, además de que también la secuencia de Rand se complementaba mejor con lo que acontece en la primera cena, cuando Egwene recibe la orden ir a ocuparse de otros quehaceres, y luego una segunda cena en la que podría hacer que Egwene saliera victoriosa sin tener siquiera que encauzar.

En la secuencia de Egwene hice un verdadero trabajo en común con Robert Jordan. En otros sitios, introducía escenas que él había escrito. En muchos otros, al no disponer de instrucciones me dejaba llevar por el instinto. De Egwene tenía una mezcla de explicaciones de escenas, escenas escritas, y llamadas de P&R de Robert Jordan que me producían la sensación de estar trabajando directamente con él para desarrollar la secuencia. Si queréis ver todo un hilo argumental en los libros que en mi opinión es el que más se asemeja a lo que él habría hecho de haber podido, os sugeriría el de Egwene en La tormenta. (Y lo que es más: la mayor parte de lo que tenemos sobre ella se debe a sus indicaciones, incluso los sucesos que conducen —e incluyen— Merrilor.)

Rand

Al abordar este proyecto, una de mis metas personales —si la serie lo permitía— era dedicar más tiempo a los personajes principales, en especial a Rand. Me encantan los libros centrales, con la exploración de otros hilos y personajes, pero el primer libro nos presentaba a Rand, Perrin, Mat y Egwene como nuestros personajes principales. Y creo que, por mor de la verdadera esencia de La Rueda del Tiempo, lo que debía hacerse era volcar de nuevo la atención en ellos en los últimos libros. Pienso que Robert Jordan habría hecho lo mismo.

Rand tenía que ser el centro de las tres novelas. Dándole vueltas a cómo conseguirlo, volvieron a mi memoria cosas que había sentido cuando leí por primera vez Camino a Tear y El Pueblo del Dragón (El Dragón Renacido, edición antigua). La angustia del personaje de Rand me impactó, y pensé: «Es imposible que pueda desmoronarse más, que se vea forzado a soportar más de lo que le ha pasado aquí.» Los libros que siguieron me dieron la razón.

Entonces leí El Señor del Caos y Los Asha'man. Esos libros te parten el corazón. Me dejó pasmado que pudieran hundir más a Rand. Cosa que se acrecienta en los siguientes libros, en los que tiene que cargar con más y más cosas. Sin embargo, los momentos difíciles de esos dos libros son los que perduran en mi recuerdo como los más duros. Recuerdo que pensé: «Sin duda hemos tocado fondo.»

Por eso, en La tormenta tenía que intentar lograr lo que Robert Jordan había conseguido hacer dos veces. Tenía que llevar a Rand a un declive mayor de lo que el lector había asumido, esperado o, incluso, creído posible. En parte, esto se debía a tener que acabar los hilos argumentales que Robert Jordan había establecido, y en parte por su amor al monomito (término acuñado por Joseph Campbell) y el viaje del héroe campbelliano, pero sobre todo porque era lo que me parecía apropiado. Los momentos más bajos de Rand en la serie tenían que preceder a, por decirlo de algún modo, su redención.

Esto también me ofreció una interesante oportunidad narrativa. En su hilo argumental, tanto el declive de Rand, así como la decisión que toma en el Monte del Dragón, e igualmente sus siguientes actos como el Dragón Renacido, todo ello habría ocurrido en un único volumen. Al dividir los libros podía situar la primera parte en un libro, y después hacer que sus actos en el segundo libro originaran una tensión interesante con la pregunta de si ese nuevo Rand seguía siendo el Rand al que queríamos o no. Tenía en mis manos despertar tal temor en los lectores, porque del mismo modo que se había vuelvo irreconocible en la profundidad de su caída, también podría convertirse en algo incognoscible en el cenit de su redención. Eso abriría un nuevo tipo de conflicto —uno que yo no había explorado nunca— a lo largo de Torres de Medianoche, antes de ofrecer, finalmente, más escenas bajo el punto de vista de Rand en Un Recuerdo de Luz. (A Harriet le encantó escuchar lo que planeaba hacer. Su principal argumento respecto a Rand era que él, para realizar los actos que lleva a cabo en el último libro, tenía que mostrarse muy humano a la hora de abordarlos. Iba a ser la historia de un hombre corriente que lograba algo extraordinario, y no una deidad incognoscible haciendo eso mismo.)

Otros personajes

Tengo debilidad por Aviendha, mi preferida entre los personajes femeninos principales de La Rueda del tiempo. (De los personajes masculinos principales mi preferido es Perrin.) Quería que hubiera un regreso de «Avi» en los últimos libros, porque tenía la sensación de que apenas la habíamos visto en los anteriores. También mantengo una relación interesante con Nynaeve, un personaje al que (de joven) yo le tenía manía. Mi opinión sobre ella es que fue la que más evolucionó a lo largo de los años que leí los libros como cualquier otro seguidor, y para cuando salió Cuchillo de sueños me tenía entusiasmado. Sabía que, con la muchedumbre de personajes de los últimos libros, ella no tendría una parte extensa en la Última Batalla. (Muy pocos la tendrían, aparte de Rand, Egwene, Perrin y Mat.) En consecuencia, para mí era importante darle una sólida e interesante secuencia de escenas a lo largo de La tormenta y Torres de Medianoche. El ascenso de su personaje no estaba indicado en los apuntes, pero fue algo en lo que insistí que saliera en los libros. (Y, de la misma forma, algo en lo que insistió Harriet —y a lo que yo estuve más que dispuesto a acceder— fue que hubiera un encuentro entre Rand y su padre.)

(Continuará.)

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7 Comments:

At 13/1/14, 20:35, Anonymous Ino said...

Una entrada muy interesante, capitana. Ya te lo comenté en su momento.

Me encanta el enfoque que le dan a Rand, hundirlo en la miseria para que "renazca".

¡Saludos!

 
At 14/1/14, 12:42, Blogger Argéntea said...

A mí fue de lo que menos me gustó precisamente (el descenso del héroe) por lo que indica Brandon de que el héroe que tiene que llegar a lo más bajo para renacer está un poco manido y se ha usado en exceso en la literatura, pero creo que tiene razón en que así era como estaba previsto por lo que es lógico que hiciera un esfuerzo por llevarlo más allá. Gran trabajo suyo y, por supuesto, de Mila para traernos esta entrada.

 
At 14/1/14, 19:07, Anonymous kalessin said...

yo es una de las cosas que quiero preguntarle a brandon si tengo oportunidad si al final viene al celsius 232 en cantabria este año,si la escena de rand en el monte del dragón fué escrita por él o por robert ya que fué de las que más me emocionó de toda la saga precisamente por eso,justo cuando rand toca fondo (un fondo muy,muy profundo) es cuando renace y descubre como tiene que pelear contra el oscuro

También me llama la atención que egwene y perrin sean los personajes preferidos de brandon (y quizás se note demasiado en los libros) curiosamente a mi en sus etapas finales es cuando empezaron a caerme un poco mal,menuda forma tiene brandon de tratar a sus personajes peferidos jejejejejeje

 
At 15/1/14, 17:14, Blogger Mila said...

Hola :)

Sí, Ino, ya lo comentamos; y nos gustó cómo terminaba la cosa.

Y como todos habláis más o menos de lo mismo, seguiré comentando lo de hundir en la miseria al héroe de turno.

El asunto de la caída y la recuperación del héroe, más que ser algo manido, Argéntea, ocurre que es la estructura narrativa en las historias de héroes, y no sólo me refiero al género de fantasía épica, porque esa estructura viene de antiguo.

En algunos libros se salen un poco de ese guión alegórico, pero quizá se saltan sólo uno de los giros pautados que conducen a través del planteamiento al nudo, y de éste al desenlace.

En la próxima entrada se habla un poco del tema de los métodos y estructuras a la hora de escribir un libro. El enlace a la entrada de la Wiki sobre el "monomita campbellianos" (que Campbell tomó prestado de un libro de Joyce) es éste:
http://es.wikipedia.org/wiki/Monomito

Ahí podéis leer que Campbell pensaba que un ejemplo del mito clásico del héroe lo ejemplifica Prometeo, una obra que pertenece a la mitología griega

Y creo que Brandon, aunque ese arco dramático de Rand hubiera salido de su mano, no lo habría cambiado aunque no fuera algo estructurado ya de antemano. Es mi opinión, claro. Y lo digo porque los personajes de sus obras también las pasan moradas hasta que por fin levantan cabeza. Eso, quienes pueden porque la conservan unida al cuerpo, que hay otros que la pierden en este universo de fantasía épica... Y de eso sabe mucho, por ejemplo, el gran Martin :)

Me temo, Kalessin, que si Brandon va al Celsius 232 y tienes ocasión de plantearle la pregunta, tal vez no pueda darte la respuesta que esperas, porque eso y muchos otros temas más componen los entresijos de la publicación de tres libros. Aunque también es posible que pueda contestar, igual que aquí nos ha contado que los capítulos de Hinderstap son obra suya. ;)

Pues mira, yo creo que a ambos (Egwene y Perrin) les ha dado un trato exquisito. El final del hilo de Egwene es... ESPECTACULAR, cosa que otros personajes de la obra no podrían decir. Y Perrin vuelve a ser el que había sido siempre (o casi siempre, salvo cuando se emperró en rescatar a Faile), sólo que ahora se muestra más firme y más sabio que en el añorado Dos Ríos. Ése ha sido otro que tuvo su bajón espectacular y lo ha remontado. ¿Qué más se puede pedir?

Un saludo!

 
At 16/1/14, 21:26, Anonymous Lan said...

¡Qué grande eres, Mila! Muchas gracias por las molestias y por el trabajo. Siempre es interesante conocer los entresijos del proceso creativo de una obra que tanto nos gusta, así que es de agradecer.

Además a mí me gustó bastante el fin de la saga, así que estoy encantado de acceder a la información que el prolífico Sanderson nos da y mi limitado inglés no me permitiría disfrutar sin tu "encauzamiento", oh Señora del Techo.

Cuídate mucho, que aunque no se note debido a la escasez de tiempo, seguimos atentos y vigilantes. esperamos y Obedecemos, como debe ser.

¡Ah! Y feliz año :)

 
At 17/1/14, 16:55, Anonymous kalessin said...

No me refería a justo el final de ambos,a mi el papel de ambos en un recuerdo de luz,sus respectivas peleas finales me encantaron,sobre todo egwene,pero para mi el oponerse todo el tiempo a rand porque sí hizo que me cayera bastante mal,y perrin es que siempre me lo imaginé al frente de un ejército de lobos peleando en la última batalla junto a los demás,no defendiendo una puerta contra un sólo enemigo :(

Y con lo de preguntarle algo,si consigo arrimarme a él y que me firme la tormenta ya me consideraré afortunado jajajajaja

 
At 17/1/14, 18:15, Blogger Mila said...

Pero... ¡¿Qué ven mis ojos?! ¡El mismísimo al'Lan Mandragoran, antaño conocido por el Hombre Solo y Rey no Coronado, que ya no está solo y tiene corona! :)))

Me alegro de que sigáis pasando por este Techo, Sire, y que os guste lo que se ofrece en él.

Seguiré "encauzando" mientras el cuerpo aguante y siga habiendo historias bonitas que contar a quienes no dominan del todo el inglés ;)

Si supieras la alegría que me da "verte" de vez en cuando por aquí no te harías tanto de rogar, jajaja.

Feliz año a ti y a los tuyos :)

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Hola de nuevo, Kalessin.

Yo tampoco me refería sólo al final de esos dos personajes, aunque lo mencioné. Creo que en estos tres libros el papel de ambos está bien llevado a lo largo de las... ¿cuántas? ¿Unas 2.700 páginas?

A mí me parece que el trabajo tremendo que hace Perrin en el Mundo de los Sueños y luego ya en Shayol Ghul, no sólo evitando muchos desastres en el mundo de vigilia a costa del clavo de sueños, sino evitando que Verdugo logre entrar a la gruta y mate a Rand es mucho más importante que unirse a los lobos para enzarzarse en la pelea contra los Engendros de la Sombra. Para eso está el amigo Elyas, que es más lobo que él y no domina ese otro mundo, como le pasa a Perrin.

Pero bueno, es mi opinión. ¿Que quizá habría resultado más llamativo un ataque con miles de lobos? Puede. Pero considerando la cantidad de miles y miles de guerreros (buenos guerreros) que caen allí, quizás habría pasado más inadvertido. Además de que, por fuerza, habría sido una escena muy corta.

En fin, que son opiniones personales, ¿verdad? Y eso es bueno, que haya variedad.

Suerte con la firma de esos libros :)

 

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