Funeral de Jordan
Jason Denzel, webmaster de Dragonmount.com, asistió al funeral de RJ y en el blog del llorado escritor nos cuenta la experiencia vivida en su viaje. Creí que tenía el deber moral de traducir ese artículo para que lo leáis quienes no sabéis inglés. Es lo menos que puedo hacer en recuerdo de RJ. He incluido muchas de las fotografías que Jason hizo durante su estancia en Charleston. Para los que prefieran leer en inglés lo que Jason ha escrito, éste es el enlace My Journey to Robert Jordan's Funeral. Espero que os satisfaga tanto como a mí y desde aquí le doy las gracias a Jason por compartir con todos su experiencia.
Mi viaje al funeral de Robert Jordan
Recibí una llamada telefónica de Wilson el domingo 16 de septiembre. Fue entonces cuando empezó todo. Por su tono de voz, supe de inmediato que había pasado algo. "-Lo hemos perdido –dijo Wilson-. Jim ha muerto hoy."
Para ser sincero, no recuerdo exactamente cuál fue mi reacción a ese anuncio tan demoledor. Recuerdo que me preocupé por Harriet y que me dio pena Wilson porque noté a través del teléfono lo afligido que estaba, pero en esa milésima de segundo en el que el significado de las palabras te llega realmente, creo que experimenté un montón de emociones. Había tristeza, por supuesto, y conmoción, porque acabábamos de recibir buenas noticias en la anterior entrada del blog, pero había también… ¿Qué? ¿Desilusión? Mentiría si dijera que no estaba desconsolado al pensar que RJ no terminaría el último volumen de La Rueda del Tiempo. Estoy seguro de que la mayoría de vosotros también sentisteis lo mismo. Igual que él fue sincero con nosotros hasta el final, quiero serlo yo ahora. Creo que a todos nos causa tristeza y un poquito de frustración que A Memory of Light no se termine del modo que todos queríamos y esperábamos.
Antes de que saquéis una mala opinión de mí, dejad que acabe. Evidentemente, no podemos culpar a RJ de eso. Hacerlo sería demostrar que no se ha entendido la forma en la que se esforzó y combatió contra esa enfermedad. La amiloidosis es brutal y nadie podría luchar con más empeño que Jim Rigney. Su blog es un testamento de su lucha y su dedicación. Nos demostró aquí mismo, en su blog, que era Aiel hasta la médula: “Hasta que no queden sombras, hasta que no quede agua, hacia la Sombra enseñando los dientes, gritando desafiantes con el último aliento, para escupir al ojo del Cegador de la Vista en el Último Día.” Dudo que pudiera haber una declaración más rotunda que defina la lucha de RJ contra la enfermedad. Cuando digo que me sentí frustrado sólo duró una milésima de segundo. En parte se debe a nuestra habilidad de sobreponerse a las emociones negativas que, para empezar, son las que nos hacen ser humanos. Tomé esa frustración y la eché al fuego y dejé que me envolviera el vacío. Había que hacer cosas, informar a los aficionados y responder preguntas.
Así comenzó una aventura de tres días que jamás olvidaré.
Jim vivía en Charleston, Carolina del Sur, en una hermosa casa antigua que ha pertenecido a la familia de Harriet desde los años treinta. Una de las muestras más amables que he recibido esta semana fue que Wilson me dijera que sería bienvenido allí y al funeral de Jim.
El domingo por la tarde puse la noticia de la muerte de RJ varias horas después del fallecimiento. Wilson me envió un breve comunicado que todos habéis leído a estas alturas. A los pocos minutos, el servidor de Dragonmount.com empezó a tener un inusitado incremento de visitas. Al cabo de una hora, la conexión de la página iba lentísima. A la mañana siguiente era casi imposible entrar en el blog de RJ. Los primeros informes entregados por los administradores de DM que estaban en el servidor en ese momento apuntaban un incremento de visitas de 250/300 veces superior a la cifra habitual. Calculamos que harían falta unos ciento veinte procesadores más para atender la demanda de peticiones que entraban constantemente. El servidor de DM es totalmente nuevo, de vanguardia, pero con las cifras que veíamos lo único que podíamos hacer era intentar mantener estable la página.
A la mañana siguiente viajaba en un avión que volaba desde California a Carolina del Sur. ¡Contraté un coche de alquiler y me puse en camino a la casa de Robert Jordan! Permitidme que haga un breve alto para decirlo otra vez: ¡Me dirigía a casa de Robert Jordan! Si eres un admirador como yo (y sé que hay montones de vosotros que, como poco, sois tan aficionados a sus libros como yo), te parecería una pasada pensar que vas a conocer la casa del Creador y que verás el sitio donde se escribieron los libros. Hace menos de una semana, imaginar algo así me habría parecido absurdo. Carolina del Sur está muy lejos. Lo más cerca que he estado del Sur Profundo antes de este viaje fue cuando vi “Lo que el viento se llevó” y cuando asistí a la DragonCon en Atlanta, hace unos cuantos años, que como experiencia es totalmente diferente a visitar Charleston.
Jim me dijo una vez que vivía en Dos Ríos y me indicó que echara un vistazo a un mapa. Sin embargo nunca tuve su dirección postal y tampoco iba a ponerme a buscarlo con Google ¿verdad? Pero ahora, después de haber estado allí, puedo deciros que RJ no bromeaba. ¡Vivía en Dos Ríos! La ciudad de Charleston propiamente dicha está situada en una península. Las dos extensiones de agua que hay a uno y otro lado de la península son ríos, el Ashley y el Cooper. Jim y Harriet están muy cerca de la punta de la península donde esos dos ríos se unen. Están en lo profundo de Dos Ríos. Podría decirse que están tan dentro de su región de Dos Ríos como lo está Campo de Emond de la suya.
Todas las casas de esa zona son antiguos edificios históricos que por lo general tienen tres e incluso cuatro plantas, con las conocidas columnas y balconadas que definen la arquitectura del sur de los Estados Unidos. La casa de Jim y Harriet se construyó en 1795. Conducía calle arriba buscando el número de la casa cuando vi un gran portón y supe que había llegado. Repujadas en las puertas había dos grandes y sinuosas criaturas con cinco dedos en cada garra. El símbolo del Dragón utilizado en los libros. La había encontrado.
Ese martes por la tarde (el día de mi llegada) está repleto de recuerdos asombrosos. Jamás lo olvidaré. En primer lugar, quiero que todos sepáis que encontré enseguida a Harriet (o, más bien, ella me encontró a mí) y le di (en mi propio nombre y en el de todos vosotros) mi más sentido pésame por su pérdida. Su respuesta fue dedicarme una sonrisa afectuosa, mirarme a los ojos y decir: “Y a vosotros también por la vuestra.” Harriet es una mujer asombrosa. Ya sabéis que RJ lo dijo una y otra vez, pero esta semana lo he constatado personalmente. Harriet, una dama sureña hasta la médula, es la esencia de la cortesía, con una actitud relajada que hace que te sientas como un viejo amigo desde el momento en el que la conoces y un aire de aplomo que disimulaba su dolor mientras consolaba a los demás. Tiene unos ojos afectuosos y amables que irradian inteligencia e ingenio. Muchas veces vi el brillo de las lágrimas en esos hermosos ojos, pero también la vi sonreírnos a los demás otras tantas veces. Más, en realidad. Cantó y dio palmas con el corazón, y con él abrazó y besó a todos los que acudieron de visita. Esta semana se me ha recibido con los brazos abiertos en su casa, como si fuera de la familia, y no encuentro palabras para expresar lo abrumado y honrado que me siento por tal acogida. Al darme la bienvenida, ella y el resto de la familia de Jim nos la dieron a todos en conjunto como una colectividad de admiradores. Tened por seguro que todos estuvisteis allí con nosotros esa tarde.
Ahora hablaré un poco de la casa de RJ. Dios ¿por dónde empezar? Todas las paredes están cubiertas con obras de arte, pinturas en su mayoría. Hay algunas fotografías, pero por lo general éstas sólo las veías en escritorios o enmarcadas debajo de una lámpara. El salón tiene varias estanterías que llegan hasta el techo y que están repletas únicamente de distintas ediciones de La Rueda del Tiempo. Es como si todas las ediciones y todas las traducciones de cada libro estuvieran allí. Mido un metro noventa y cinco y necesitaría una escalera para llegar a los estantes altos. Si habéis visto el libro Faces of Fantasy * entonces habréis visto el enorme sillón antiguo que poseía RJ. De cerca resulta condenadamente espeluznante. Está cerca de las estanterías, como un guardián presto a saltar sobre el desprevenido crítico. Sin embargo, el efecto lo echaban a perder un tanto los cojines y las mantas que había por encima :)
* (Libro fotográfico de Patti Perret con fotos de los autores más conocidos de la literatura fantástica. N de la T)









Ese mismo martes por la noche, mientras estábamos fuera, Wilson me comentó que aunque nos encontrábamos en el centro de una gran ciudad, si cerrabas los ojos y escuchabas, sólo oías cantar a los grillos. Nuestro querido RJ vivía en un pedazo de paraíso,


A la mañana siguiente volví temprano a la casa. Incluso después de tener un recibimiento tan afectuoso la tarde anterior, me sorprendí al encontrarme sentado a la mesa de desayuno con los miembros más


El funeral tuvo lugar en St.Stephen, Charleston. Es una iglesia pequeña, con una belleza a la vez sencilla y magnífica. Las cenizas de Jim se encontraban en un pedestal, delante del altar. Además de la familia y los amigos, vi algunos admiradores que habían acudido a presentar sus respetos. Entre ellos estaba Melissa Craib, fundadora de Tarvalon.net. Me alegró que estuviera allí porque era alguien a quien conocía bien, pero más que nada me alegré porque era otra admiradora. Jim habría querido que se encontrara allí. Melissa ya ha escrito un artículo sobre el funeral. Podéis leerlo en su web, aquí Melissa-Tarvalon.net

(En la foto, T. Doherty con su esposa)
Al final, la parte más sorprendente del funeral fueron los cánticos. Bueno, no voy a decir que contáramos con los vocalistas mejor dotados en la concurrencia, pero lo que pudiera faltarle a la congregación en calidad lo suplió de sobra con el entusiasmo. Y con ese entusiasmo cantamos unos espirituales. Son cánticos con un profundo arraigo en la experiencia del resurgimiento sureño ante la necesidad de colmar de nuevo el corazón de los afligidos y recordarles la esperanza que hay en la fe. En cierto momento, el cántico resonaba vibrante en la iglesia. Recuerdo que alcé la vista al tiempo que elevábamos las voces al cielo y pensé en todos vosotros, los admiradores que no estabais presentes. Al reparar en la gente que ocupaba las balconadas superiores, pensé que aquel lugar debía de parecerse un poco a la Torre Blanca durante una asamblea. Los cánticos se alzaron y, juntos, cantamos al espíritu de Jim hasta el cielo, unidos unos a otros y por todo el mundo.
He de mencionar que Harriet llevó puesto a la iglesia uno de los sombreros de Jim. Uno de esos de ala ancha que solía llevar él en las giras, ya sabéis. (Muy semejante al que lleva cierto jugador ta’veren.) En fin, que Harriet lucía uno de esos con mucho estilo y se me hizo un nudo en la garganta al verla con él puesto.
(Abajo, Wilson, María y T. Doherty)
Pasé las pocas horas que separaron el funeral del entierro recorriendo Charleston y mezclándome con otros asistentes a la recepción. La prima de Harriet, Harriet (sí, otra Harriet) y su marido George tuvieron la gentileza de llevarme a hacer un recorrido turístico por el centro de Charleston para que conociera algo más la ciudad y los lugares que Jim frecuentaba. Lo más destacable es que vi el Club Náutico del que era socio. Algo que me sorprendió en un sitio como Charleston es la cantidad de HISTORIA que hay allí donde vayas y que la gente de aquí conoce su ascendencia remontándose varias generaciones. Harriet y George me contaron que de jóvenes les mandaron “aprenderse el apellido de soltera de las cuatro bisabuelas.” Yo sólo fui capaz de recordar el de una de ellas. ¡Le prometí a George que buscaría el de las otras para decírselo después! Muchos de vosotros sois más listos que yo y ya habréis aprendido esta lección, pero para los que aún no la sabéis os la ofrezco con toda humildad. ¡Tomaos tiempo para buscar vuestras raíces! Encontrad quién fue vuestra familia y el camino seguido para que nacieseis finalmente. La mayor parte de nuestra historia personal aún se transmite oralmente. Así pues, tomaos tiempo en algún momento de vuestra vida para descubrir quiénes os precedieron y luego pasad esa información a los que os sigan. Obviamente, ésta es una lección que Jim aprendió muy temprano en su vida o quizá se la inculcaron desde el principio. Esas historias os ayudarán a completaros como individuo y quizá hasta despierten la creatividad o la perspicacia que no sabíais que teníais.




Mientras dejábamos correr el llanto y el gaitero de la Ciudadela tocaba su triste melodía, vi algo radiante que me hizo sonreír. Un bebé, una niñita de apenas unos meses con unos ojos preciosos, me miraba directamente. Le hice una foto porque era el símbolo de la vida renovada y la promesa entre las frías piedras de la tierra. Allí estaba alguien a quien seguramente Jim había querido los últimos meses de su vida y para quien habría querido el mundo. La Rueda del Tiempo gira…
Hacia el final, cuando casi toda la familia le había dado la despedida, me tomé un instante para agacharme ante la tumba de Jim. Intenté evocar las primeras emociones que sentí al leer El Ojo del Mundo hace trece años. Le ofrecí un poco de esos sentimientos para que el gozo de leer sus libros permaneciera durante un tiempo con él en su descanso. De nuevo pensé en todos vosotros y le dije lo mucho que lo queríais. Le di las gracias por el regalo de sus libros y me despedí de él.


(*Si queréis oír esa melodía unos segundos pinchad aquí Adagio para cuerdas, Opus 11 o si la queréis oír entera, pinchad Aquí. Quizás o resulte más conocida por ser la banda sonora de la película Platoon. N de la T)

El resto del miércoles lo pasamos en la casa. De nuevo, entré en la cochera y la recorrí, esta vez para hacer fotos. (Las espadas y los sombreros ya no parecían enfadados conmigo por haberme sentado en su silla.) Wilson me llevó al piso alto de la casa para que viera el original de la portada de El Dragón Renacido. Ésta es la pintura de la que Harriet pidió al ilustrador que borrara la cara de Ishamael.* También vi las numerosas medallas de guerra de Jim, así como las de su padre.
La tarde fue pasando y cayó la noche. Mi vuelo de vuelta salía a la mañana siguiente, a las 6:00 (¡uf!). Despedirme no fue nada fácil porque realmente había llegado a disfrutar mucho en compañía de todos ellos. Me sentí como si me estuviera marchando de la Posada del Manantial, en Dos Ríos. Algunas damas quisieron asegurarse que tenía comida suficiente y varios caballeros quisieron comprobar que tenía en orden todos los preparativos del viaje. Las dos noches consecutivas al marcharme de la casa de Jim lo hice con un plato rebosante de comida. Ahora sé lo que significa el dicho “hospitalidad sureña”.
Sería imposible escribir sobre todas las conversaciones que mantuve durante mi estancia en Charleston. Hubo muchas y fue mucho lo que se habló que era de algún modo temas privados. En su mayoría, las charlas fueron sobre cosas cotidianas, pero el entusiasta de LRT que hay en mí tenía curiosidad, así que fisgoneé. Esto es lo que puedo deciros: no me revelaron nada sobre la trama de la última novela. No tengo más clara la identidad del asesino de Asmodean que vosotros. (Aunque, venga chicos, han pasado quince años. Deberíais saberlo a estas alturas. Leed el FAG de LRT. Cuando insinué a María quién creía yo que era, me respondió con esa mirada de “Ni se te ocurra intentarlo.”) Lo que sé sobre la novela A Memory of Light es que hemos de darles tiempo a todos para decidir qué se va a hacer a continuación con ella. Wilson ya ha contado en el blog de RJ que Jim dejó notas muy detalladas de lo que pasaría. Él, Harriet y, es de suponer, María y los otros ayudantes, todos saben el final y los secretos. Hay notas de Jim, tanto por escrito como en audio, contando lo que pasa. (¿A que sería estupendo que algún día se publicara ese audio junto con la última novela? Eh, los de Tor ¿estáis escuchando?) Hay que pensar y decidir cómo o cuándo veremos publicada A Memory of Light. La muerte de Jim está muy reciente y las heridas que ha dejado en su familia están aún en carne viva para hablar de cuándo se terminará el último volumen. El tiempo nos proporcionará el libro que deseamos y el colofón que la serie se merece. Sólo hemos que tener paciencia.
Y hablando de colofones, aquí termina mi aventura. Aunque, como Jim nos dijo en once ocasiones ya, no hay comienzos ni finales en el eterno girar de la Rueda. Espero que mi relato os haya transmitido aunque sólo sea un poco de lo que fue estar allí. Nunca olvidaré los días que he pasado en casa de Jim y Harriet. Estoy triste por nuestra pérdida y, al mismo tiempo, rebosante de alegría por la oportunidad que se me ha brindado. Cómo me habría gustado que todos vosotros hubieseis visto las estanterías de libros, que hubieseis tocado las empuñaduras de las espadas y que hubieseis oído el canto de los grillos. Y la música. ¡Guau! Especialmente la música permanecerá en mi memoria para siempre. Los gitanos y los Ogier ya no tienen que seguir buscando otras canciones que las que le cantamos a Jim Rigney cuando lo entregamos a la tierra.
Terminaré con esa preciosa frase que se imprimió en la parte posterior del recordatorio del funeral de Jim. Tengo unos cuantos y pensaré una forma de regalároslos a algunos de vosotros. Es posible que los otros aficionados que asistieron al funeral ya los hayan puesto en sus comentarios. La frase, que parece haberse grabado a fuego en mi memoria, dice:
“Llegó como el viento, como el viento lo tocó todo, y como el viento partió.”
Gracias, Jim, por tocar mi vida y la de todos los que lean esto y más allá. Te echaremos de menos.
En tu memoria y en nombre de todos los que leen esto, se despide con cariño, tu amigo,
Jason
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Me he permitido acabar con la fotografía de Jason ante la tumba de RJ porque, de alguna forma, nos veo a todos representados por él en esa imagen, aceptando lo inevitable y confiando en guardar el recuerdo de este gran escritor como algo muy querido y muy nuestro.
Te agradezco, Jason, que quisieras compartir con nosotros tus vivencias en esa ocasión tan especial a la que has tenido el privilegio de asistir. Y gracias por pensar en el resto de los admiradores de RJ cada vez que algo te calaba hondo.
Un saludo
Noticia de la muerte de Jordan
Actualización sobre el funeral - 08.10.07
Jason ha incorporado al blog de Jordan los dos textos que leyeron Wilson y Doherty en el funeral. Lamento no disponer de tiempo para traducirlos aunque, como era de suponer, la mayor parte son alabanzas y palabras de afecto y admiración hacia RJ (y Harriet). En las palabras de Wilson también hay una reflexión sobre la vida, la muerte y lo absurdo y la necedad de las guerras; asimismo, hay palabras de esperanza. La actualización la he hecho principalmente por algunas de las fotos que Wilson le ha enviado y que podéis ver después de esos textos. Entre ellas hay más del jardín y algunas frases cinceladas en piedras (a la entrada de casa y en algún otro sitio). Me ha llamado la atención una figura de dragón que más me recuerda a los dragones orientales que a los que acostumbramos ver en fantasía, pero que encaja muy bien con el de los dibujos de los libros. Y sobre todo me ha gustado un retrato de RJ con un estilo muy peculiar de una artista llamada Lese Carrigan, pero que hace que resalten esos ojos azules e intensos de un modo que atrae la atención hacia ellos. Parece ser que Lese C. había frecuentado la casa de RJ durante los últimos seis meses, a diario, y estaba presente esa tarde en la que RJ dio tantos datos del libro y que, aprovechando que había sido taquígrafa, anotó todo lo que dijo. En palabras de Wilson: "Todos estamos en deuda con ella por eso." El link a la entrada es: Más fotografías
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Quizás os apetezca oír ese Adagio en la versión coral del Agnus Dei al tiempo que veis un hermoso video
En YouTube se ha retirado este video, ignoro por qué, así que os pongo otro. No es bello, como esas galaxias que aparecían en el anterior, sino muy duro. Tiene como fondo imágenes de la película Platoon, pero como imagino que RJ pensó precisamente en esta música por sus experiencias en Vietnam, he decidido que tampoco estaría mal. Habría querido poner "A tribute to Platoon" pero ése es un videro que no tiene permitido el "embed". A continuación he metido otro, con la versión coral Agnus Dei, y que casi parece un juego de ordenador, pero al menos tiene que ver con el espacio. Es una lástima que nos hayan quitado esas imágenes cedidas por la Nasa y alguna otra entidad que tienen el privilegio de captar fotografías así.
Etiquetas: La Rueda del Tiempo, Robert Jordan