Ya que ha salido a la venta hace unos días
El Orbe de los Dragones, volumen 2 de la trilogía Las Crónicas Perdidas, voy a poner esta entrada sobre algunos detalles respecto a la traducción, como os comenté que haría cuando se anunció la publicación del libro para septiembre.
En general, ya os comenté que el libro es entretenido, que los personajes conocidos son como los recordamos, cada cual cumpliendo con su papel. Que Laurana sigue sin “calarme” y que Kitiara, será lo que sea, pero al menos me parece un personaje más sólido, más acorde con quien es y como es. Que hay algunos personajes que no soporto (Derek) y otros que me caen muy bien (Lillith, Brian, Aran). Que nos explican cosas de las que en las Crónicas sólo se habló por encima. Y que me he quedado con ganas de que el encuentro entre Soth y Kitiara no sea más extenso. Con lo atractivo que es ese personaje, el Caballero de la Muerte, y el juego que habría podido dar...
En cuanto a los “detalles” con los que me he topado en la traducción, aparte de cosillas como cambios de mayúscula a minúscula o viceversa en nombres conocidos hace tiempo, que ya, y puesto que se están haciendo más populares en la versión nueva que en la anterior, los he dejado como venían en inglés, se han presentado cosas que como mínimo quisiera comentaros. Y quiero hacerlo para que comprendáis mis propios errores si encontráis alguno en el libro, y no para criticar lo que ocurre en la “factoría de origen”.
Uno de los nombres que no he querido meter en caja baja, como venía en inglés, es el de los objetos que dan título al libro, los Orbes de los Dragones. Y, como explicaba a la editorial, lo he puesto en caja alta, como antes, porque no son simples objetos, sino más bien entes inteligentes. En muchos casos (la mayoría de los casos, diría yo) más inteligentes que con quienes tienen que vérselas.
Otro de los nombres que he puesto como era antes es del dios Habbakuk, que de nuevo lo habían cambiado por Habakkuk. (Habakkuk era un profeta de la Biblia, uno de los ocho profetas menores.) Y he añadido, el Rey Pescador, como ha sido siempre, en lugar de Dios Pescador, como venía en el libro. Tampoco puse “Vinus” Solamnus, sino Vinas Solamnus.
Una cosa que me desconcertó mucho fue la “distribución” del mando de los cinco ejércitos de Takhisis (Blanco, Negro, Rojo, Azul y Verde). Si se compara quién es el Señor del Dragón de cada uno de esos ejércitos, según el Atlas, por ejemplo, y quiénes lo son en este libro, hay varias cosas que no encajan. Eso ya lo veréis, porque fue imposible cambiar todo eso. Demasiado complicado y demasiado extenso. Es posible que en algunas publicaciones que salieron en páginas especializadas, como lo del Río del Tiempo, o la Cronología de Astinus, o en productos o publicaciones, como juegos de rol o alguno de los libros que yo no he traducido ni he leído, aparezcan también estos personajes al mando de los ejércitos que se dicen aquí, pero... En mi caso, ha sido la primera vez que lo he visto así. Lo que sí recuerdo, por ejemplo, es que Ariakas, el emperador, estaba al mando del Ejército Rojo.
Lo siguiente que quiero comentar, procuraré hacerlo sin “reventar” la trama, pero cuando leáis el libro caeréis en la cuenta de a qué me refiero. Y es que...
habemus miraculum. Sí, sí, como lo oís. Al menos lo fue para mí, porque de pronto aparece un personaje para aclarar a nuestra Dama Azul algunas cosillas que le interesan; un personaje que si me piden que jure que estaba muerto, lo habría jurado. Porque, si algo contundente tienen unas toneladas de roca, es que son muy, muy, muy pesadas. Y suelen tener la mala costumbre de aplastar todo lo que hay debajo cuando se caen.
En cuanto aquello de lo que hablamos en otra entrada del blog, cuando estaba en plena traducción, (me refiero a la voz “winternorn”) al final se decidió traducirlo por “brujo invernal”, ya que las habilidades de esas personas son propias de la zona del glaciar y de los magos o brujos que tenían los nómadas que lo habitan. Puesto que tampoco es una disciplina incluida en las tres Órdenes de la Alta Hechicería... Pues se quedó con brujo, en lugar de hechicero, e “invernal” porque ya hay criaturas de los hielos que en los juegos de D&D llevan ese adjetivo.
Uno de los personajes que aparecen en el libro y que ya conocíamos de las Crónicas, es el elfo oscuro, Feal-Thas (o Feal-thas). Bien pues en un relato que nos hace de algo que le ocurre “en su juventud, relacionado con una amante” comenta que por entonces tenía dieciocho años. En fin, en otros tiempos yo habría pensado que era un niñito muy precoz si con esa edad ya había tenido una amante. Lo digo porque en otros libros nos han dicho que los elfos no alcanzan la mayoría de edad hasta los noventa, creo recordar. Ah, sí, y también hace milagros este chico elfo tan simpático: nada menos que (también lo cuenta él) quemar bastantes cadáveres en un “establo” de los nómadas. En pleno glaciar, ya ves tú, un lugar en donde, de todos es sabido, que abunda la madera. Ejem.
En el viaje a Tarsis desde Riggit, una ciudad portuaria al sur de “La Bella”, otros protagonistas se topan con los “Plainsman”, pero claro, hay algo en mí que se rebela y no quiere situar a los Hombres de las Llanuras al sur de la Praderas de Arena, así que he puesto “habitantes de las llanuras”.
Me hizo gracia una anécdota con los tres caballeros que van a Tarsis y en medio de una nevada creen ver figuras al otro lado de un puente. Uno de ellos, que aunque Caballero de Solamnia, tiene mucho sentido del humor, hace la gracia diciendo que quizás son “trolls y ellos los tres machos cabríos”, refiriéndose al mito del troll del puente (que para pasar al prado siempre tienes que superar una prueba) y el cuento de los tres machos cabríos. En
esta dirección tenéis el cuento noruego de los tres cabritos, y aunque pone “gnomo grande” seguro que es un troll, pero ya sabéis lo que pasa con la traducción en castellano de todos los seres de fantasía y leyendas, que se quedan reducidos a gnomos y hadas. Si leéis el cuento, entenderéis por qué dice uno de los caballeros “Soy el macho cabrío más pequeño”. ¡Jajajaja! En fin, que me pareció un detalle muy simpático.
Ah, sí. Y Tarsis tiene ahora tres puertas, no dos, como recuerdo del mapa del Atlas.
Y tenemos a Tas, cómo no, haciendo de las suyas. Recordad el incidente en Tarsis, camino de la Sala de Justicia y el jaleo que se organiza por no dejar de lanzar pullas. No es tan “Tas” como el Tas del principio de la serie, pero tiene sus momentos divertidos, sí.
Nuestro querido Flint, pobrecito, pasa dos ratos malísimos a costa de ciertos medios de transporte que han de tomar en un par de ocasiones. Ese entrañable enano gruñón...
Hubo otro momento de desconcierto por mi parte cuando se explica la situación y cómo son los aposentos de Ariakas en el Templo de Neraka, y es por lo mismo que he dicho antes, que no se corresponde con lo que se ve en el Atlas y al final acabas completamente descolocado.
Algo que me ha sorprendido mucho es que, casi al final del libro, cuando se menciona a los Héroes de la Lanza, se incluye también a Gilthanas y a Elistan. En la “Canción de los nueve héroes” aparecen los que ya sabemos todos, pero no esos dos personajes. En ese cántico se apunta en la última estrofa que se unen al grupo (aunque sin ser de los nueve) Laurana y Fizban. Pero de Gilthanas y Elistan... ni pío. Bueno, serán otros “anexos”.
Al final del libro se habla también del tercer y último volumen de la trilogía, y se ha puesto en castellano el título
Relojes de arena. Me parece bastante acertado, para que sea corto, “sonoro” y, como algunos habéis comentado en algunas páginas, sin que sean “objetos”, es algo muy especial y relacionado con la magia, como el Mazo de Kharas y el Orbe de los Dragones, además de conservar la esencia del título en inglés. Yo les comenté “El mago de los relojes de arena”, pero debe de ser muy largo para un título. En fin, que no me parece mal lo que han decidido.
En cuanto al tema de la daga
Mataconejos del libro anterior, la señora Weis ha puesto una nota aclaratoria al final de éste. Y yo, aunque no traduje nada contradiciendo el original, sino que Tas buscaba la piedra de amolar para afilar la daga y no la encuentra, he puesto una “Nota de la traductora” al pie de la página.
Respecto a erratas del libro en castellano, alguna he visto (ya hay un post abierto en los foros de la editorial), pero casi todas son de baile de letras o cosas por el estilo. Casi todas. Si llega el caso, lo comentaremos.
En fin, que es un libro con el que se pasan ratos entretenidos. Creo que os gustará.
Un saludo