La campaña afgana
Por fin os presento el libro que nos dio tanto trabajo hasta mediado el verano, La campaña afgana, novela histórica escrita por Steven Pressfield, de quien ya se han publicado varias obras en castellano, la mayoría ambientadas en esta época. Se tiene previsto que salga a la venta el día 17 de enero.
Y ahí es donde entré en conflicto con la novela. Digo conflicto porque me costó Dios y ayuda (sangre, sudor y lágrimas) armonizar en mi mente ese escenario del mundo antiguo con el lenguaje –y frecuentemente la actitud- de los soldados macedonios que protagonizan la novela. A veces perdía de vista que lo que se reflejaba en las páginas eran los avatares de la campaña del ejército de Alejandro por las satrapías y los territorios aledaños al Hindu Kush, y no una crónica actual de cualquier corresponsal desde Afganistán. No por los acontecimientos, que siguen la línea histórica de aquellos hechos, sino, repito, por el ambiente que se crea en torno a los personajes tan... de hoy.
En cuanto a la protagonista de este comentario, la novela, paso a haceros un resumen que es mezcla de la impresión que me dejó y de la sinopsis que he leído en la página del autor, ya que aún no tengo el libro en mi poder para poner la reseña que aparece en la contraportada. Está de camino, pero aún no ha llegado. Tal vez Alejandro y los Compañeros se han entretenido por el camino para celebrar la ocasión.
Como se deduce fácilmente por el título, la novela se centra en la campaña de Asia, en la región que hoy conocemos como Afganistán, si bien, aunque el Magno aparece en la novela en varias ocasiones, los protagonistas son soldados rasos y sus oficiales más inmediatos. Matías, un joven infante macedonio que se alista en el ejército de su admirado Alejandro, es el encargado de relatarnos las vicisitudes que acontecen en las largas marchas, en las batallas, en el día a día de la vida de un soldado normal, el que no está destinado a convertirse en héroe ni pasará a la historia.

En esta novela se enfrentan dos fuerzas con conceptos muy distintos: una se ve como representante de la civilización, según la entienden los macedonios, y la otra, un pueblo aislado con un orgullo indomable, profunda religiosidad y apasionadamente dispuesto a morir por sus ideas.
Steven Pressfield nos presenta el conflicto entre un ejército invasor de Occidente y unos feroces guerreros de Oriente decididos a defender su tierra a toda costa. Y lo cuenta con palabras que muy bien podrían haber salido de cualquier despacho de guerra de los conflictos actuales en Irak y Afganistán; palabras que pone en boca de Alejandro al dirigirse a sus tropas en una de sus arengas:
Aquí, el enemigo no se nos enfrentará en una batalla campal, como hicieron otros ejércitos a los que combatimos en el pasado, sino en las condiciones que elegirá. Para nosotros su palabra no tiene valor. Viola las treguas por costumbre; traiciona en la paz. Cuando lo derrotamos, no acepta nuestro dominio. Vuelve una y otra vez. Nos odia con una pasión tan intensa que sólo la aventajan su paciencia y su capacidad de sufrimiento.
Una novela dura, sin concesiones. Recuerdo que al hacer la reseña de Escuadrilla Azor comenté la crudeza de los combates en el aire y en las trincheras, pero creo que ésta historia no sólo iguala la brutalidad de la Gran Guerra descrita allí, sino que la supera.

Por suerte no me enfrenté sola a este desafío. Conté con la ayuda de personas estupendas. Quiero dar las gracias a Marc Gener, el asesor técnico, por sus acertados consejos y por esos momentos de inspiración que ponían un toque cómico en momentos críticos y que actuaban como un bálsamo; y a Vicky Hidalgo, editora de Militaria, siempre dispuesta a ofrecer el hombro para que llorara en él y me desahogara, siempre con una palabra de ánimo. Su apoyo, los correos que nos provocaban la risa o la sonrisa cuando parecía que el “yandonio” (¿os acordáis, compañeros?) iba a superarnos y detalles puntuales como la mascota que nos buscamos, aquel gracioso “Alejandro Gato” con su precioso casco, listo para entrar en batalla, son factores decisivos para que recuerde con agrado –y una sonrisa otra vez- esta experiencia.
La primera imagen creo que es la de la portada que va a salir, pero si fuera otra, la cambiaría. Las siguientes imágenes pertenecen a la edición de pasta dura y a la edición de bolsillo en inglés.
Un saludo a todos.
Ya tengo en mis manos el libro. Ha quedado bonito, con esa portada que me recuerda el frío que sentí mientras traducía los capítulos del paso del ejército por el Hindu Kush. Pasta dura con sobrecubierta, 347 páginas.
Respecto a mi comentario de omitir el nombre de la persona que colaboró en la revisión técnica del texto de esta novela, puesto que hoy he visto que en la página de créditos aparece su nombre junto al de Marc Gener, imagino que no pecaré de indiscreta al decirlo aquí también: Javier Negrete. Agradezco de nuevo su ayuda inestimable.
A continuación, el resumen que aparece en la contracubierta:
Matías, el más joven de tres hermanos y el más ansioso por probarse a sí mismo, se presenta voluntario para unirse a la ambiciosa expedición al indómito país que ahora conocemos como Afganistán. Pero tan pronto como cruza la frontera, Matías empieza a darse cuenta de que los macedonios se enfrentan a un tipo de enemigo al que no están acostumbrados. Para sobrevivir, los hombres de Alejandro tendrán que adaptarse a los métodos de un despiadado adversario que hace uso de tácticas basadas en el terror y en la insurgencia pero, ¿a qué precio? Matías y sus compañeros sufrirán un rito de iniciación marcado por el miedo, la euforia, el horror y la vergüenza.
En un tono ágil y trepidante, La campaña afgana demuestra una vez más la profunda comprensión de Pressfield acerca de las esperanzas y desesperaciones de los hombres en las batallas.
"Presfield devuelve a la vida a Alejandro Magno con la misma fuerza y habilidad con que conjuró a los héroes de la Termópilas en La puertas de fuego."
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