martes, 18 de febrero de 2014

Retrospectiva de LRdT (7) – B Sanderson

Aquí tenéis la séptima entrega de la retrospectiva de Brandon. En este penúltimo comentario, BS entra ya en temas relacionados con Un Recuerdo de Luz, y en esta ocasión habla sobre Egwene y Perrin. Una vez más, Brandon avisa que hay spoilers de toda la serie. De modo que… Aunque imagino que ya lo sabéis a estas alturas, repito una vez más: los que no hayáis acabado los libros, no leáis ninguno de los artículos encuadrados en el tema de la retrospectiva si no queréis llevaros una sorpresa por adelantado.

Retrospectiva – La Rueda del Tiempo: Un Recuerdo de Luz: Perrin y Egwene

30 de octubre 2013

Podéis ver una explicación de mi retrospectiva de La Rueda del Tiempo en el enlace a las entradas previas sobre este tema. Aquí tenéis la séptima entrada. Antes de empezar, he de mencionar que en ésta hay spoilers de toda la serie, incluido el final. Si no habéis terminado, será mejor que lo hagáis antes de leer este artículo.

Un Recuerdo de Luz: Perrin y Egwene

Ahora llegamos a lo importante. La Última Batalla, el último libro de La Rueda del Tiempo.

Había tanto que meter en este libro que a veces me preguntaba si sería capaz de crear con ello una narración coherente. El peligro estaba en que, en lugar de eso, sonara como una sucesión de «Oh, eh, olvidé encadenar esto» y de cabos sueltos que van completándose uno tras otro. Muchas de esas cosas tenían que quedar enlazadas en la trama, pero era preciso que ocurriera de forma que conformara una historia.

Perrin

Cuando entré de lleno en este libro acababa de terminar Torres de Medianoche y puede decirse que estaba «flipado» con Perrin. Quería seguir escribiendo sobre él, así que me puse primero con su secuencia en el libro. Funcionó, hasta cierto punto. Me encantan las partes de Perrin en este libro. Sin embargo, hacia el final —y tras terminar los otros puntos de vista— nos dimos cuenta de que el libro tenía demasiado contenido sobre este personaje. Cortar la secuencia en la que Perrin viaja a través de los Atajos para intentar cerrar desde dentro la puerta que hay en Caemlyn era una forma de equilibrarlo. También se cortó porque Harriet opinaba que yo había retrocedido demasiado al volver a temas previos de la serie y retomar cosas que mejor era dejarlas como estaban y así poder enfocarnos en la Última Batalla. (Además, Maria creía que mis descripciones de los Atajos no encajaban en la historia.)

Era una secuencia de diecisiete mil palabras (y acababa con los Ogier rescatando a Perrin y compañía del Viento Negro, al que ahuyentaban con su canción). Me encantaba esa escena, pero a diferencia de la secuencia protagonizada por Bao (la escena eliminada que se tituló River of Souls para incluirla en la antología Unfettered), no se ajustaba al contenido del libro. No podía ocurrir por multitud de razones, y se descartó.

Por lo demás, Perrin terminó como yo quería que acabara. A muncha gente le sorprendió que lo sacara de la lucha durante un buen trecho de la Última Batalla, pero me pareció lo más apropiado. Los ejércitos combatientes eran terreno de Mat, y el enfoque de Perrin para el combate estaba en reunirse con Rand y protegerlo en el Sueño del Lobo. También estaban pasando muchas cosas a la vez, así que decidí dejarlo «en la reserva» intercalando su historia con la batalla durante una parte de la misma; y estoy contento con el resultado. Eso hizo que la lucha con Verdugo tuviera un efecto impactante cuando la trama se interrumpe dejando herido a Perrin.

Egwene

Había tres cosas en particular que hacían que la redacción del último libro fuera todo un reto. La primera era cómo plantear la lucha de Rand con el Oscuro de una forma que resultara interesante, «visual», y con fuerza. La segunda era cómo planear las tácticas a la gran escala de una batalla. La última tenía que ver con Egwene.

En sus notas, Robert Jordan era muy específico respecto al hecho de que Rand y Egwene tenían que llegar casi a las manos en cuanto a quién estaba al mando en la Última Batalla. Lo citaba como la gran unión de los ejércitos contra Rand, cuyas decisiones se consideraban demasiado radicales, demasiado peligrosas, para dejar que las llevara a cabo. Moraine debía ser la fuerza que uniera a ambos bandos, que unificara los ejércitos de la luz, y así cimentar su importancia mostrando por qué Mat tenía que rescatarla antes de la Última Batalla. (Había muchas instrucciones respecto a lo que Moraine debía decir y un buen trozo escrito sobre el encuentro en Campo de Merrilor.)

Para mí era una gran responsabilidad llevar a Rand y Egwene —haciéndolo con realismo— al punto en que el lector creyera que lucharían el uno contra el otro, o que al menos librarían la Última Batalla cada cual por su lado, sin cohesión; cosa que habría ocurrido de no ser por la intervención de Moraine. Hacerlo no era fácil. Teniendo un final en La tormenta con Egwene en pleno auge, me encontré dándole vueltas a cómo llevarla a lo largo de Torres de Medianoche y de Un Recuerdo de Luz a un conflicto de oposición con Rand sin ganarse la antipatía del lector debido a sus puntos de vista. Yo creía que lo que Egwene estaba haciendo era muy realista y acorde con la forma de ser de su personaje, pero también sabía que tomando las decisiones que tendría que tomar iba a provocar el enfado de algunos lectores con ella.

Al final, decidí que lo indicado era dejar que la gente se enfadara. La misma fuerza que había hecho que Egwene brillara en La tormenta también era la fuerza que la condujo a liderar a las Aes Sedai, y a convertirse realmente en una de ellas. La voluntad de las Aes Sedai contra el resto del mundo es uno de los temas principales de La Rueda del Tiempo y, sea cual sea vuestra opinión al respecto, es un tema consistente, al igual que lo son los personajes. Egwene estaba al frente de ellas. Sí, quería que fuera «cercana», pero también quería que resultara evidente que era Aes Sedai, y que no iba a permitir que otra persona controlara las decisiones respecto a cómo afrontar la Última Batalla.

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martes, 11 de febrero de 2014

Retrospectiva de LRdT (6) – B Sanderson

Por fin os traigo la sexta entrega de la retrospectiva de Brandon. También se centra en Torres de Medianoche, aunque en esta ocasión habla de las cosas que aprendió mientras escribía este libro. Una vez más, Brandon avisa que hay spoilers de toda la serie. De modo que… Aunque imagino que ya lo sabéis a estas alturas, por repetir que no quede: los que no hayáis acabado los libros, no leáis ninguno de los artículos encuadrados en el tema de la retrospectiva si no queréis llevaros una sorpresa por adelantado.

Retrospectiva – La Rueda del Tiempo: Torres de Medianoche: Lo que aprendí.

24 de octubre 2013

Podéis ver una explicación de mi retrospectiva de La Rueda del Tiempo en el enlace a las entradas previas sobre este tema. Aquí tenéis la sexta entrada. Antes de empezar, he de mencionar que en ésta hay spoilers de toda la serie, incluido el final. Si no habéis terminado, será mejor que lo hagáis antes de leer este artículo.

Torres de Medianoche: ¿Qué aprendí?

Apuntar alto

Nunca he sido de los que eluden un reto. No obstante, tras el intento fallido de El camino de los reyes en el 2002, contemplaba con recelo abordar narrativas complejas con muchos puntos de vista. Torres de Medianoche resultó ser el libro a mayor escala que jamás había intentado hacer, con la mayor complejidad de puntos de vista, el mayor número de escenas relevantes y diferentes que compaginar, y los modos más ambiciosos de narrativa. Creo que el viaje de Aviendha a través de las columnas de cristal fue lo más audaz que presenté al Equipo Jordan, y también una de las cosas sobre las que se mostraron más escépticos. El equilibro de Perrin entre acción e inactividad corría el riesgo de que el personaje cayera en la pasividad.

Por entonces, mientras trabajaba también en Torres de Medianoche, estaba escribiendo la nueva versión de El camino de los reyes. Dudo que vuelva a estar nunca tan atareado como lo estuve a lo largo de aquellos dos años, abordando al mismo tiempo los dos libros más extensos de mi carrera. No obstante, durante ese tiempo entré en una fase de mi estilo de escribir en la que algo hizo “click” y encajó, algo relacionado con la siguiente etapa de mi carrera como escritor. Siempre había querido dominar la épica compleja; mis relatos favoritos de toda la vida se ajustaban a ese modelo. Sin embargo, antes de esto yo había hecho pocas novelas posteriores a una trama principal, y Torres de Medianoche fue la continuación más complicada que seguramente haré jamás.

Aprendí muchísimo sobre mí mismo durante dicho periodo, y los resultados se reflejan en las páginas de esos dos libros, Torres de Medianoche y El camino de los reyes.

Profundidad del punto de vista

Trabajar en Mat hizo que cayera por la proverbial boca de la madriguera del conejo* mientras estudiaba —literalmente— cómo un maestro abordaba la utilización del limitado punto de vista en tercera persona. Siempre he respetado la capacidad de Robert Jordan para imprimir carácter al relato a través del punto de vista. (Con esto me refiero a su habilidad para mostrar cómo piensa y siente un personaje por la forma en que describe el mundo mientras el lector lo ve a través de sus ojos.) Mat cambió mi perspectiva de cómo escribir narrativa y cómo hacer que los personajes estén vivos más allá de las palabras escritas sobre ellos.

*(Supongo que se referirá a lo que le ocurre a Alicia en el país de las maravillas, jejeje… Gracias, segundo.)

Cuando me preguntan cuál es, en mi opinión, el mayor talento de Robert Jordan, no respondo que sea saber crear un mundo o manejar con destreza una narrativa compleja, si bien ésas son dos áreas en las que sobresale. No. Lo que contesto, de lo que hablo, es sobre los puntos de vista de los personajes. Si hay algo que yo querría aprender de Robert Jordan es cómo conseguir esto, cómo hacer que el lector perciba la cultura, la historia y el temperamento de un personaje, así como su estado emocional en ese momento, por la forma en que describe las cosas corrientes del mundo que lo rodea.

Me parece que he mejorado en eso. Pero es una de las cosas que creo que voy a tener que trabajar a lo largo de toda mi carrera.

Sutileza acrecentada

Me gustan las novelas en las que hay muchos hilos diferentes, algunos ocultos, que se entrelazan hacia una conclusión sorprendente. Éste es un componente en el que, en su mayor parte, he hecho un buen trabajo en el pasado. El hecho de trabajar en La Rueda del Tiempo, no obstante, hizo que pudiera percibir el toque de Robert Jordan bajo nuevos enfoques, y ver cuán delicado podía ser con algunos de sus argumentos y caracterizaciones. Me preocupa que a veces resulte machacón en exceso respecto a los objetivos, el contexto y las motivaciones de un personaje. Se debe a que creo que un personaje con motivaciones bien definidas es uno de los sellos de un relato escrito con firmeza.

Sin embargo, creo que tengo que aprender a ser más sutil, y La Rueda del Tiempo me ha enseñado muchísimo al respecto. La delicadeza de Robert Jordan a la hora de abordar la relación entre Thom y Moraine es un buen ejemplo. Con todo, otros personajes también destacan; Pevara es uno de esos ejemplos. Los indicios sutiles respecto a que algunas de las Asentadas elegidas eran demasiado jóvenes es otro ejemplo de su sutileza. No es algo importante en el gran esquema del conjunto. No obstante, los pequeños detalles como ése son los que hacen que un mundo esté vivo más allá del papel. Es algo que creo que he aprendido gracias a este proyecto, lo que no implica necesariamente que sepa cómo conseguirlo (veremos si puedo), sino cómo identificarlo e incorporarlo.

Torres de Medianoche: ¿Qué hice mal?

Soy el culpable de muchos errores pequeños, aunque no hay tiempo para hablar de la mayoría de ellos. Sin embargo, el fallo más grande en mi redacción de Torres de Medianoche ha de ser la cronología.

Todos mis libros* han sido básicamente cronológicos. En Elantris había una narrativa fuera de lo común con grupos de tres capítulos que ocurrían al mismo tiempo, pero la mayoría de mis otras obras tenían una progresión regular sin apenas saltos atrás y adelante en la línea temporal para diferentes personajes.

*(Se refiere a los escritos por él como único autor.)

La Rueda del Tiempo, empero, sí da un montón de saltos de aquí para allá, sólo que uno no lo nota porque Robert Jordan manejaba muy bien los hilos temporales. El hilo de Mat podía progresar a cierto ritmo, y cuando el lector saltaba a Perrin lo hacía hacia atrás o hacia delante en el tiempo. Quienes deseaban buscar pistas, podían descubrir y desarrollar un hilo temporal utilizando las fases de la luna u otro tipo de indicios. Pero quienes no querían fijarse en eso nunca encontraron incongruencias perceptibles que los desorientaran.

Cuando dividimos el libro en tres partes, algunas cosas de los hilos temporales quedaron demasiado descolocadas, carentes de sincronización. Al final de Cuchillo de sueños, los puntos de vista se encontraban en cierto modo faltos de sincronización, como solía hacer a menudo Robert Jordan. Yo no tenía la menor experiencia en manejar algo así, y en Torres de Medianoche metí la pata. No es que el hilo temporal esté embarullado; de hecho, está bastante bien teniendo en cuenta todas las cosas. Sin embargo, nos cuesta trabajo captarlo. Debido a que los personajes interactúan entre hilos temporales, da la sensación de estar en dos sitios a la vez (Tam, por ejemplo), aunque todo funcionó en cuanto a la narrativa.

Lo cual condujo a crear momentos confusos para los lectores. El señor Jordan hacía cosas así sin ocasionar distracciones; tampoco supe manejar bien esto y, debido a ello, creo que el libro sufrió las consecuencias. Espero haber mejorado, pero para mí fue esclarecedor cuando salió Torres de Medianoche y la gente mencionó que estaba hecha un lío. Ni siquiera vi el posible problema hasta que el libro se publicó.

(Continuará.)

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